
....
La insensatez del prejuicio.
Te miro en tu memoria.
Te quedas.
Juegas, me miras.
Las calles también te atraviesan.
Huella sobre huella.
Laberintos.
Un juego simple de imágenes,
como si intentar detener el tiempo fuera posible.
Tus memorias, las mías,
se confunden.
Se enredan.
Metamorfosis sensoriales.
Memoria e inconsciente no son análogos.
Reminiscencias, retazos, no ajenos,
son fantasmas flotando.
No se archivan igual.
Las reminiscencias son como fantasmas,
a veces no sabes si te pertenecen.
“Días de espera, días de archivo.”
Recuerdos lejanos,
y otros que nunca me pertenecieron.
Ahora si me pertenecen
Siempre me pregunto:
¿a quién vemos realmente en estas imágenes?
¿Quién tiene la posibilidad de archivar su recuerdo?
¿Quién queda atrapado ahí, sin saberlo?
A veces pienso que los recuerdos de alguien más
están escondidos en estos días de playa,
donde el agua es siempre protagonista,
y lo único que permanece.
Y está el sonido constante del proyector, como un testigo.
Presente.
Pasado.
Me gusta que el proyector permanezca,
Ese sonido que atraviesa la película entera,
como un latido que dice:
“Esto ya pasó.
Esto ya pasó.
Esto ya pasó.”
Pero aquí estamos.
Esperamos este minuto y 20 segundos contigo.
Esperamos.
Porque el sonido del proyector
es también el sonido del recuerdo
que no quiere irse.
Un reclamo a esos días
que se deslizan entre los recuerdos de otros.
Esperamos.
Esperamos este minuto y 20 segundos contigo.
Y esperamos aquí,
aún
La memoria de alguien más
se mezcla con la nuestra.
Nataly Maldonado