
Bogotá, 29 de mayo de 2025.
Abuelo Germán.
Espero que estas palabras te encuentren bien.
He decidido compartirte estas breves instrucciones para utilizar una cámara de vídeo con la intención de que algún día te animes a grabar. He pensado que podría ser muy divertido grabar algunas recetas de cocina o simplemente lo que observas por la puerta de tu negocio. Bueno… Ahí te van.
Instrucciones para usar una handycam (escritas con bolígrafo en una libreta de hojas rayadas y leídas en voz alta por Fernando Pena):
Paso 1: Adelante de la cámara, abrir la tapita del lente con el botón del costado que dice “close”.
Paso 2: Abrir la pantalla.
Paso 3: Prender cámara con ruedita
Paso 4: Apretar X (la cruz) de la pantalla.
Paso 5: “REC” al lado de la ruedita.
He pensado en ti mientras veía “Ese Soplo” de Valentina Baracco, y recordaba las rutinas cómplices que solíamos tener cuando yo era una niña y tú menos viejo. Me cargabas en tus hombros y juntos cantábamos “y ese toro enamorado de la luna, que abandona por la noche su maná” una y otra vez hasta llegar al destino. Caminábamos a paso firme vigilando que la luna no se nos escapara. Me devuelvo constantemente a ese recuerdo con el anhelo de que se convierta en imagen. Me atraviesa el cuerpo. Pero el recuerdo solo es imagen en mi cabeza. Quizás también lo es en la tuya. Es nuestra imagen.
“¿Dónde estás REC que no te veo?” Dice Fernando, el abuelo de Valentina, mientras reconoce con sus manos la cámara que su nieta le entregó para comenzar a realizar esta inusual propuesta de hacer una película una vez ella le anuncia que se irá de la casa donde han vivido más de veinte años. A veces yo tampoco veo a “REC”, o más bien lo ignoro, porque hay valentía en usar la cámara, pero yo simplemente me abrumo. Quizás por eso aún no hago una película contigo y ya me fui hace un par de años de nuestra casa.
Pienso en la película de Valentina y me pregunto ¿por qué proponer hacer una película? Me remito entonces a todas las veces que he querido hacer cine y a esas posibles películas, que antes de parecer realizables, pesa más la sensación de que son monstruos gigantes que solo los grandes héroes con sus maquinarias pueden domar. Pero entonces ¿qué significa hacer una peícula? ¿Qué es lo que implica? ¿Qué es en esencia? (si es que hay una esencia).
Entonces yo digo: una película es tiempo.
¡Robarse el tiempo!
Al trabajo donde no hay un momento para observar el nacimiento de unos polluelos de torcazas que han anidado en el patio del abuelo Fernando.
¡Robarse el tiempo!
Que es atraparlo con una cámara para luego encontrarse y decir: “te quiero mostrar lo que filmé”.
¡Robarse el tiempo!
A la nieta que decide irse de casa para luego descubrir que la tarea titánica de hacer cine es en realidad una excusa para propiciar el encuentro. Y entonces, muy de repente, hacer cine se vuelve un juego íntimo, lento y amoroso. En contraflujo al capital de la vida y de la industria de las grandes películas.
Robar tiempo para convertirlo en secuencias de imágenes y conversaciones sobre una relación que se reclama cada vez más a medida que transcurre el tiempo y la distancia se hace más notoria, y de paso dolorosa.
Paso una vez más por la película y de nuevo pregunto: ¿por qué una película? o mejor ¿por qué las imágenes? Observar a través de la cámara para encontrarse en el medio: con la cámara - entre la cámara. Pasar por la máquina el tiempo que hemos robado para obtener las imágenes de la ternura. Observar al observador. Y descubrir que lo que se ha creado es un bucle amoroso de fotogramas que se devuelven y se reflejan los unos sobre los otros. Cuánta bella libertad existe en el gesto espontáneo de grabar el movimiento de las flores del patio y la ardua construcción del nido de las torcazas. Cuánta ternura se desborda al momento de grabar al abuelo que se enternece con las imágenes que aprendió a capturar.
Siento que hacer una película es todo el tiempo decir: “te quería mostrar lo que filmé”.
Abuelo, gracias por siempre conmoverte con las imágenes que hago. Te pillo algunas lágrimas cuando te observo sumergido en la pantalla. Te prometo que haremos nuestras imágenes… juntos. Nos robaremos tiempo para retratarnos y atesorarnos en la distancia.
Te mando un abrazo gigante,
Juliana Uribe.